En el marco de las consignas de trabajo de los Seminarios de la Maestría en Educación Médica de la Universidad Nacional de Tucumán se realiza el siguiente estudio comparativo.
Autora: Lic. Elina García
El 12 de septiembre de 1978, 134 naciones convinieron en los términos de la Declaración de Alma – Ata (DAA) Se presenta en 5 apartados y está enfocada desde la concepción de salud. La declara como derecho humano fundamental y como objetivo social mundial cuyo logro exige esfuerzos intersectoriales –sanitario, social y económico-
El 12 de agosto de 1988, los compromisos adoptados en la Cumbre Mundial de Educación Médica se engloban en la Declaración de Edimburgo (DE) que se centra en el objetivo de la educación médica dirigido a promover la salud y prevenir la enfermedad de toda persona, a través del entrenamiento para saber escuchar, observar, comunicar, adquirir sensibilidad y ser efectivo.
Propone mejoras que pueden ser alcanzadas mediante acciones dentro de la escuela de medicina y, si bien está acotada a la educación médica, coincide con Alma Ata en la necesidad de mejoras que requieren un compromiso más amplio y participativo. Asume que reformar la educación médica requiere acción, liderazgo y voluntad política.
El 14 de octubre de 1994 se genera la Declaración de Uruguay (DU) en el marco del Encuentro Continental de Educación Médica en Punta del Este.
En concordancia con la concepción de salud de Alma Ata, expresa un compromiso dirigido a la formulación de un nuevo paradigma de salud bio – social.
En el marco de la Conferencia Mundial de Educación Médica reunida en octubre de 1995 se aprueba la Declaración de Santa Fé de Bogotá (DSB) que consta de tres apartados en los que reconoce y señala necesidades y recomienda acciones.
Las cuatro Declaraciones guardan similitud en cuanto al principio de igualdad de oportunidades en la atención de la salud. La DAA no acepta la existencia de desigualdades entre la población de países en vías de desarrollo y desarrollados. La DE reconoce que millones de personas no acceden a cuidados de ningún tipo. La DU reconoce que las reformas del sector salud no han promovido, con equidad, las condiciones de salud y de vida de la población y demanda la reducción de las diferencias sociales favoreciendo la cobertura universal y la justicia social.
En cuanto al principio de participación comunitaria en la atención de la salud la DAA lo considera un derecho y un deber. La DE propone incluir en la realización de los programas educativos todos los recursos de salud de la comunidad. La apertura extramuros puede considerarse un logro, un avance importante.
Tanto la DE como la DU dan cuenta de la participación de un número creciente de educadores médicos, representantes de los servicios, otros profesionales de la salud, estudiantes de medicina y público en general preocupados por la calidad de los cuidados, la prestación humanitaria de los servicios y su costo global.
La DSB puntualiza la formación de los profesionales en los espacios comunitarios que serán escenarios de la práctica médica futura y su integración con los sistemas sanitarios y comunitarios.
La DAA presenta el cuidado de la salud de los pueblos como obligación gubernamental. La DE propone mejoras que requieren un mayor compromiso y cooperación entre los ministerios de salud y educación. También hace referencia a la necesidad inevitable de soporte financiero en algunos ámbitos y sostiene que la redefinición de las prioridades nacionales de salud y la reasignación de los recursos disponibles son los pilares básicos para el logro de los objetivos en salud.
La DU considera que tanto el médico como el equipo de salud progresa en la adopción de modalidades de ejercicio profesional subordinado a los mecanismos que impone el mercado y agravado con la segmentación social en la formación, según poder adquisitivo de los distintos sectores sociales. Demanda cobertura universal y justicia social (atributos que tienen que ver con la función gubernamental)
La DSB recomienda un rol activo del estado y la sociedad civil.
La relación recíproca entre salud y desarrollo económico – social que manifiesta la DAA está presente de alguna manera en las otras declaraciones.
A criterio personal, la Declaración de Edimburgo, en sus propuestas de mejora aporta las bases de sustentación que se van puliendo en las siguientes declaraciones hasta la formulación de los estándares internacionales de pregrado.
De aquí en adelante se pretende discriminar comparativamente los aspectos considerados por la DE y la de DSB.
La DE propone que los contenidos curriculares reflejen las prioridades nacionales de salud y la disponibilidad de recursos que sean factibles de sostener. De manera análoga, la DSB en el ítem 3.4 recomienda, además de la adecuación en la formación de los recursos humanos (RRHH) en salud según necesidades, fortalecer la articulación entre instituciones educativas y sanitarias estatales – en el ítem 1.4 reconoce este apremio con el propósito de asegurar un mejor cuidado de la salud de la población.
El ítem 3 de la DE propone la educación médica permanente o continua –que deberá tener asignación de recursos-; el aprendizaje activo y nuevas metodologías de estudio -autodirigido, independiente y tutorial-
En su ítem 7. procura integrar la educación en la ciencia y en la práctica médica y aparece –como un avance- la idea del ABP (aprendizaje basado en problemas en ambientes clínicos y en la comunidad)
Por su parte, la DSB reconoce la necesidad de realizar cambios en la formación de los RR HH en salud en función de las nuevas realidades pedagógicas, sociales y tecnológicas. Pone énfasis en la responsabilidad social en las actuaciones profesionales. Tanto la DE (ítem 10) como la DSB (1.5) proponen aumentar el trabajo conjunto –educativo, científico y práctico- con otros profesionales del ámbito de la salud –principio del trabajo en equipo- a la vez que reconoce la necesidad de articular los cambios curriculares en educación médica con los de las otras profesiones de la salud.
Tanto la DE como la DSB recomiendan generar sistemas de evaluación para garantizar el logro de las competencias profesionales y los valores oficiales y sociales. La DSB avanza en la necesidad de definir normas sobre acreditación de las instituciones de enseñanza en ciencias de la salud y reconoce su preocupación por el incremento del número de escuelas (facultades) de medicina en América Latina que, en muchos casos, no garantizan una formación integral –científica, social, humanística y ética- de calidad orientada a satisfacer las necesidades de la población durante sus prestaciones futuras.
El ítem 5 de la DE propone entrenar maestros como educadores y apoyar tanto la excelencia educacional como la investigación biomédica y la práctica.
Si bien la DSB no pone énfasis de manera explícita en relación con la formación de formadores, en el ítem 2.1. señala la necesidad de intensificar los esfuerzos nacionales para hacer realidad los compromisos adoptados en Edimburgo –entre otros-
Un avance de la DE en los puntos 8 y 9 es la proposición de políticas de selección y admisión para los estudiantes de medicina que tomen en consideración sus cualidades personales, además de las intelectuales y que el número de ingresos guarde coherencia con las necesidades nacionales de médicos.
La DSB en el ítem 1.6 (ya mencionado) reconoce que la formación de los médicos –producto del aumento desproporcionado de las facultades y escuelas- tampoco responde, en todos los casos, a las necesidades de salud de la población.
La importancia de la integración, coordinación y cooperación intersectorial en el ámbito nacional está presente en el espíritu de las declaraciones en estudio, un avance de la DSB es su ampliación -en forma explícita en el ítem 2.4- al ámbito internacional e interinstitucional con el propósito de promover los procesos de cambio en la educación médica a los efectos de alcanzar las recomendaciones ofrecidas en este documento.
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