La Argentina ocupa uno de los primeros lugares en el mundo en violencia escolar: el 38% de los alumnos reconoció haber sido agredido física o verbalmente por un compañero de aula y una gran mayoría dijo conocer o haber visto a otro compañero ingresar a clase con un arma, según una encuesta.
Pero las autoridades educativas no parecen haber tomado debida nota de esa situación; pese a que la realidad de todos los días en las escuelas muestra que muchos alumnos tienen miedo y los docentes pánico, los directores ruegan que “hoy no suceda nada”. Es que las denominadas “autoridades educativas” no son un conjunto uniforme ni idóneo, pues están quienes llegaron por méritos académicos y también los muchos que deben su puesto a amistades políticas.
Así los gobiernos se suceden y todos pregonan una transformación que nunca ocurre, ya que –bajo ninguna circunstancia- quieren enfrentar los problemas de un sistema educativo en decadencia, colapsado y menos aún, a los gremios docentes.
Pero esa “tranquila siesta” se viene interrumpiendo –cada vez más- por episodios de violencia escolar. Es que la inacción de los burócratas facilitó que a la escuela entrara el alcohol, la droga, la agresión física y psicológica tanto a pares como a autoridades y la desobediencia y transgresión a normas cada vez menos precisas.
Es necesario, entonces, capacitar a las autoridades escolares y a los docentes o la violencia continuará en aumento.
La siesta interrumpida
29-09-2011
Por Claudio Hunter Watts – Psicólogo y Pedagogo