Las asignaturas humanísticas o también denominados ciencias sociales aportan las herramientas conceptuales y metodológicas que permiten que el egresado construya su relación con el otro, entendiéndolo como una unidad social inserta en un medio sometido a profundos y vertiginosos cambios en lo económico, educativo y sanitario. También incursiona en el conocimiento de la relación que guarda la estructura socioeconómica y las políticas de salud con el proceso salud – enfermedad – atención.
Debido al aumento constante de los movimientos migratorios, los grupos sociales se han constituido en un gran «mosaico social», en donde la diversidad cultural no puede ser dejada de lado. La relativa homogeneidad del pasado pierde terreno frente a una creciente heterogeneidad que nos enfrenta a diferentes culturas.
Aquí comienza a jugar indefectiblemente el concepto de «cultura», entendiéndola como uno de los conceptos organizadores en los que se basa y define la enfermería y que las ciencias antropológicas han estudiado y redefinido desde sus inicios.
ENFERMERÍA Y CIENCIAS SOCIALES ¿UNA RELACIÓN NECESARIA?
La formación del egresado no puede desvincularse de las demandas, necesidades y problemas de la sociedad en la que prestará sus servicios y en la que deberá desarrollar conocimientos, habilidades y destrezas que le permitan interpretar a la salud y a la enfermedad como procesos históricos y sociales, atravesados por distintos factores (culturales, políticos, económicos, ambientales). En este marco resulta necesario vincular a la disciplina enfermera con las ciencias sociales durante la formación académica de sus profesionales.
Comprender las creencias y costumbres de otros desde nuestra propia cultura no resulta fácil, no solo para profesionales relacionados con la salud sino a cualquier trabajador que se relacione con otros sujetos sociales. El etnocentrismo es consustancial a cada cultura en tanto que refuerza al grupo y es uno de sus mecanismos de reproducción.
El antropólogo norteamericano Kroeber definió en 1948 el etnocentrismo como “aquella tendencia a suponer el universo girando en torno al pueblo propio, y que considera al endogrupo siempre situado en lo correcto y verdadero, y todos los exogrupos equivocados o incorrectos, cada vez que su conducta difiere de la del propio grupo”. Es decir, define una clara diferenciación entre el “nosotros” frente al “otros” que son todos aquellos que no pertenecen al mismo grupo, al tiempo que establece una desigualdad significativa en tanto que los “otros” son los que están equivocados en todo aquello en lo que no son iguales a “nosotros”, y por lo tanto son inferiores.
Este etnocentrismo es el que, cuando se habla de la diversidad cultural, induce a que se tienda a pensar sólo en las diferencias respecto a “nosotros”, y no en las similitudes o en el por qué de esas diferencias.
Esto nos lleva a perder de vista que al caracterizar un sistema, una sociedad o una cultura hay que tratar tanto las diferencias como las semejanzas verificables en un momento dado o en un tiempo determinado.
La transculturalidad se define como “aquellos fenómenos que resultan cuando los grupos de individuos, que tienen culturas diferentes, toman contacto continuo de primera mano, con los consiguientes cambios en los patrones de la cultura original de uno de los grupos o de ambos.”
La transculturalidad, al igual que la multiculturalidad o interculturalidad, son conceptos que comprenden en su interior el término cultura, si bien cada uno de ellos hace referencia a algún aspecto concreto de ella, así la transculturalidad incide más en los sistemas de creencias y valores.
Son muchas las definiciones que se han dado de la cultura desde que Tylor lo hiciera por primera vez en 1871, cada una de ellas, incide en algún aspecto concreto de la misma. No obstante, la cultura es algo que trasciende al hombre y lo comprende, la cultura debe ser entendida como un todo integrado, que abarca desde el sistema de creencias al sistema tecnológico pasando por los conocimientos, costumbres, leyes, artes, etc. y que permite al ser humano vivir en sociedad. Es la cultura lo que confiere sentido a nuestras vidas.
Reconocer las diferencias culturales nos lleva a una práctica filosófica basada en la reflexión en donde no solo es importante el reconocimiento de las diferencias sino el respeto por las mismas. Cada cultura tiene sus prácticas, sus creencias, sus valores, sus tradiciones, sus formas de enfermar, de cuidar y de morir. El conocimiento de la diversidad cultural, permite al profesional de la enfermería adecuar las prácticas dentro de un escenario cambiante como el actual.
El relativismo cultural consiste en la capacidad de comprender las creencias y costumbres de otros pueblos o sociedades desde el contexto de su propia cultura, partiendo del supuesto de que ninguna es superior a otra. El relativismo cultural es lo opuesto al etnocentrismo, es decir, la tendencia a juzgar las creencias y costumbres de otras sociedades desde la propia cultura. Estos son dos conceptos que se deben tener muy en cuenta a la hora de hablar de diversidad cultural.
Es importante considerar que ambas disciplinas (enfermería y antropología) se nutren a sí mismas aportando nuevos problemas, soluciones e intercambios que permiten no solo mejorar la calidad de la atención de los pacientes sino revalorizar el rol protagónico que tienen los sujetos sociales en sus diferentes prácticas referidas a la salud. Los elementos conceptuales, descriptivos y de análisis que aportan las ciencias sociales sobre la sociedad y el individuo permitirán comprender al hombre y su relación con el ambiente social y cultural en que vive y se desarrolla.
Fuente: Prof. Lic. Viviana Aguilar – «Reflexiones sobre el aporte de las ciencias sociales a la disciplina enfermera»