
Los cuidadores familiares de personas con demencia están en mayor riesgo de experimentar depresión; ~40% están en mayor riesgo de desarrollar síntomas clínicamente significativos de depresión y ansiedad. Es importante tratar los trastornos psicológicos de los cuidadores, en particular la depresión. Por otra parte, la angustia del cuidador predice la ruptura de la atención, la admisión en una residencia para ancianos y el aumento del riesgo de abuso del anciano.
Hay intervenciones efectivas para disminuir el riesgo de depresión de los cuidadores y, por lo tanto, deben estar disponibles.
Las personas con demencia y sus familias también necesitan oportunidades para discutir sus puntos de vista sobre los planes futuros, teniendo en cuenta la pérdida de la capacidad que se asocia con la demencia más grave. Los profesionales de la salud deben discutir estos puntos de vista en una etapa temprana, con el fin de maximizar el compromiso de las personas con demencia.
Los síntomas neuropsiquiátricos en la demencia son comunes y afectan a casi todas las personas en algún momento de la enfermedad. Estos síntomas aumentan la gravedad de demencia y la angustia de los cuidadores familiares y, a menudo, significa el fracaso de la atención en el hogar. Pueden tener muchas causas y suelen presentarse agrupados, por lo tanto, es importante que sean evaluados.
La Comisión Lancet publicó algoritmos que incorporan estrategias para el manejo de estos síntomas, en particular la agitación, el mal humor y la psicosis. En general se aplican en el nivel psicológico, social y ambiental mientras que el tratamiento farmacológico se reserva para los síntomas graves.
Una contribución importante de la Comisión es la provisión de una guía para médicos y profesionales afines a la demencia, describiendo los principios y enfoques clave para evaluar y tratar a cada uno de estos síntomas.
Las personas con demencia son vulnerables a los riesgos, incluido el abandono de su persona, la vulnerabilidad (incluida la explotación), la administración del dinero, la conducción de vehículos o el uso de armas.
Es esencial la evaluación y el manejo de los riesgos en todas las etapas, equilibrando la gravedad del riesgo con el derecho de la persona a la autonomía. Dado que la demencia acorta la vida útil y un tercio de las personas mayores muere con demencia, la Comisión recomienda que los profesionales que trabajan en los cuidados al final de la vida consideren si su paciente sufre demencia, ya que es posible que no pueda tomar decisiones o expresar sus necesidades y deseos.
Las intervenciones tecnológicas tienen el potencial de mejorar la atención, ayudar a los pacientes a vivir en lugares seguros y ambientes estimulantes, pero se necesita precaución para que estas intervenciones sean más un beneficio específico que el reemplazo del contacto social.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti