El suicidio como cuestión de todos. La negación social del suicidio.
Más de tres mil argentinos mueren cada año a causa del suicidio y otros cuatro mil en eventos de intencionalidad no determinada. Estas cifras ubican al suicidio entre la primera y la segunda causa externa de muerte en nuestro país, un número equiparable a la cantidad de defunciones por accidentes de tránsito, mayor que las muertes por inseguridad o violencia doméstica. Sin embargo, ni al Estado, ni a los medios de comunicación, ni a las personas, parecieran preocuparles estas cifras. El estigma del suicidio es tan fuerte que preferimos pensar que esta tragedia no está sucediendo. Si queremos lograr una prevención del suicidio efectiva deberemos cambiar de actitud.
Descripción del Proceso Suicida
Cuando ocurre un suicidio la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Por qué?, y nunca faltan aquellos que proponen explicaciones simplistas, algunas veces para calmar la angustia que genera el no entender. “Andaba mal de salud”, tenía problemas económicos”, “nunca superó la separación”, “hace tiempo que estaba deprimido” son algunas de las cosas que se dicen. Sin embargo, muchísimas personas que atraviesan situaciones similares ni siquiera piensan en quitarse la vida. El suicidio es un fenómeno mucho más complejo: entenderlo podría ayudarnos para orientar las tareas de prevención dirigiéndolas hacia etapas cada vez más tempranas del proceso suicida.
Mitos y realidades
Son muchos los mitos o conceptos erróneos que circulan con respecto al suicidio: “el que se quiere matar no avisa”, “solo los profesionales pueden ayudar”, “el que se recupera de un intento no vuelve a intentarlo”, “eso se hereda”, “hablar de suicidio puede inducir al acto”, “el suicidio se debe a una enfermedad mental”, etc. Estas creencias no son inocuas; por el contrario, muchas veces obstaculizan o bloquean las tareas de prevención y asistencia por lo que en realidad son muy peligrosas. Sin embargo, el estigma que pesa sobre el tema del suicidio no permite discutirlas y aclararlas.
Factores de riesgo y factores protectores
Diversos estudios epidemiológicos muestran que existen determinadas circunstancias o condiciones que hacen que en determinados grupos el suicidio sea más o menos frecuente. A las circunstancias y condiciones que aumentan el riesgo de cometer suicidio se los denomina factores de riesgo de la conducta suicida; y a las que reducen el riesgo de cometer suicidio se los llama factores protectores de la conducta suicida. Promover los factores protectores de la conducta suicida y evitar o reducir el impacto de los factores de riesgo de la conducta suicida es la estrategia más efectiva para prevenir el suicidio y es también la más accesible.
Suicidio y etapas de la vida (Niñez, adolescencia, adultez, vejez)
El suicidio prácticamente no tiene edad, pero sin embargo el proceso suicida tiene características propias en cada etapa de la vida que se relacionan con las crisis vitales. Del mismo modo, las acciones de prevención y asistencia deben también adaptarse a las características particulares de cada grupo etario.
La infancia y la adolescencia son las etapas donde mayor efectividad tiene la promoción de factores protectores y la reducción de los factores de riesgo. Los adolescentes son el grupo con índices de suicidio más altos y por eso es tan importante escucharlos y observar sus conductas muchas veces ambiguas. Los adultos se enfrentan con la frustración de los proyectos inconclusos y los fracasos en la realización de sus sueños por lo que puede ser una etapa de duelo por las ilusiones perdidas y de adaptación a realidades siempre nuevas. La vejez, requiere una gran capacidad de adaptación que es necesario acompañar.
El suicidio en la escuela: su abordaje preventivo
Los docentes tienen una posición privilegiada, tanto en la prevención del suicidio infantil o adolescentes como en la promoción de valores, habilidades y actitudes que actúen como factores protectores de la conducta suicida durante toda la vida. Son los profesionales que más tiempo pasan con los chicos y son, además, corresponsables, junto a la familia, de su educación. La enseñanza brinda innumerables oportunidades para observar a los niños o adolescentes en un medio que les es habitual y también la posibilidad de intervenir de diferentes formas y en distintas circunstancias: cuando el tema del suicidio no está presente, cuando aparece en forma colateral, cuando la comunidad educativa es sacudida por el suicidio de uno de sus miembros o un personaje famoso, cuando es necesario asistir a un alumno en situación de crisis, cuando aparece una señal de alarma o se genera una emergencia.
La educación emocional como factor de prevención desde la familia y la escuela
La forma más efectiva de prevenir el suicidio es la promoción de los factores protectores y reducción de los factores de riesgo. Muchos de ellos, tal vez todos, tienen relación con la educación emocional tanto en el hogar como en la escuela. No podemos evitar que nuestros hijos o alumnos sufran circunstancias adversas durante sus vidas, pero sí podemos brindarle las herramientas para poder hacerles frente respondiendo con seguridad y coraje. Estos recursos son el mejor legado que les podemos dejar y se relacionan con valores, habilidades y actitudes que los chicos aprenden en lo que denominamos educación emocional.
Qué pasa después del suicidio: los afectados y su duelo
Pese a todos los esfuerzos que pongamos desde la prevención del suicidio y la asistencia a las personas en crisis, el suicidio seguirá siendo una posibilidad cierta, y ese es un límite que debemos aceptar. De hecho, miles de personas mueren cada año a causa de suicidio dejando decenas de miles de familiares, amigos, compañeros y conocidos con la angustia de no entender por qué.
El duelo por la pérdida de un ser querido a causa de suicidio es diferente, se juegan otras emociones y con otra intensidad. El dolor que produce una muerte cercana a causa de suicidio es tan intenso que sus marcas pueden perdurar toda la vida. Las estadísticas nos muestran que el riesgo de morir a causa de suicidio es más alto para los familiares cercanos de un suicida. También por esto es tan importante poder acompañar a estas personas en su duelo, pero para hacerlo debemos comprender su dolor.
La experiencia de numerosas organizaciones alrededor del mundo demuestra que otra estrategia muy efectiva en la prevención del suicidio es la asistencia de personas en crisis. Asistir a una persona es escucharla, contenerla emocionalmente y reflexionar junto a ella sobre posibles alternativas de vida. Sería ideal que todas las personas estuvieran preparadas y dispuestas para brindar asistencia a quienes tienen más cerca, pero, aunque así fuera, muchos, por vergüenza, pudor o miedo a ser juzgados prefieren no comentar sus angustias más profundas dentro de su entorno cotidiano. Los servicios de salud pueden ser de ayuda en este sentido; pero, en general, no cuentan con la inmediatez que una crisis emocional requiere. Por este motivo las líneas telefónicas de asistencia a personas en crisis anónimas, confidenciales y gratuitas, en general atendidas por voluntarios, continúan siendo un recurso importantísimo en la prevención del suicidio.
SE PROFUNDIZARÁN LOS CONTENIDOS DE LA PUBLICACIÓN EN EL CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA SUICIDOLOGÍA NOVIEMBRE 2021 CAS