Por Gabriela Araya, Directora de Compliance para América Latina de GE HealthCare
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común a nivel mundial con más de 2,2 millones de casos reportados en 2020, pero además es la principal causa de mortalidad en mujeres en todo el mundo al cobrar la vida de 685.000 mujeres, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo que además señala que mayoría de los casos y de las muertes se registran en países de ingresos bajos y medianos[1].
En el caso de Argentina, datos del Ministerio de Salud, indican que se diagnostican más de 19.000 casos nuevos por año de cáncer de mama, mientras que las tasas de mortalidad de esta enfermedad más elevadas se dan entre los 50 (41,6 cada 100.000 mujeres) y los 80 años o más (215,8 cada 100.000 mujeres)[2].
El tratamiento del cáncer de mama puede ser muy eficaz, sobre todo cuando la enfermedad se detecta precozmente. Por ello, el acceso a un diagnóstico temprano es una herramienta fundamental para lograr un tratamiento eficaz, así como para hacer frente a estas estadísticas y contribuir a mejorar los resultados de las pacientes. Para garantizar que más mujeres tengan acceso a esta posibilidad, debemos trabajar para eliminar las barreras culturales y sociales que existen en relación con el cáncer de mama. Y es que a pesar de las diversas iniciativas públicas y privadas, aún persisten los retos y el miedo a la hora de hablar del cáncer de mama y de las posibilidades de diagnóstico. Sólo haciendo frente a estos temores tendremos alguna esperanza de lograr avances en la lucha contra el cáncer de mama. La detección temprana comienza con una evaluación anual de las mamas a partir de los 40 años y atención complementaria según lo determinen los factores de riesgo personalizados. Sin embargo, el 50 % de las mujeres no acude a las revisiones anuales en gran parte debido al temor y a las molestias de las mamografías.
[3] Ante este panorama, la formación de los médicos es esencial para detectar el cáncer de mama en su fase más temprana, pero también para reducir el miedo y las molestias. Para apoyar a los doctores y ayudarles a conseguir una mejor experiencia para sus pacientes, la tecnología debe seguir avanzando. Por ejemplo, pensemos en las mamografías en 3D, que ofrecen imágenes con un gran nivel de detalle y precisión diagnóstica.[4]; o bien, en la tomografía de contraste, que ayuda a reducir el número de biopsias y procedimientos quirúrgicos innecesarios gracias a su alta especificidad y sensibilidad[5]. Este tipo de herramientas e innovaciones deben ser consideradas por más clínicas y hospitales en Argentina y América Latina para que los expertos de la salud puedan detectar esta enfermedad mortal en las primeras etapas y mejorar los resultados para aquellos que se enfrentan a este difícil diagnóstico.
Referencias
[1] Organización Mundial de la Salud: OMS. (2023). Cáncer de mama.
www.who.int . https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/breast cancer#:~:text=Datos%20y%20cifras&text=En%202020%2C%20alrededor%20de%20685,como%20consecuencia%20de%20esa%20enfermedad
[2] Prevención de cáncer de mama. (s. f.).
[3] Atención sanitaria mamaria. (s. f.). GE HealthCare. https://latam.gehealthcare.com/specialties/breast-health
[4] Aplicaciones, soluciones y experiencias de sistemas de mamografía de GE Healthcare. (s. f.). GE HealthCare. https://latam.gehealthcare.com/products/mammography
[5] SenoBright HD. (s. f.). GE HealthCare. https://latam.gehealthcare.com/products/mammography/senobright-hd
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Fuente: Ignacio Gimenez <ignacio@milenium.group>